El secreto del éxito: La fórmula del efecto compuesto

Un libro que potencia el cambio.

¿Alguna vez sentiste que estás haciendo cambios en tu vida, pero no ves resultados inmediatos y te desmotivás? 🤔 Si me venís siguiendo a lo largo de los post del Blog, sabés que Mañanas Milagrosas y Hábitos Atómicos marcaron un antes y un después en mi forma de organizar mi tiempo y mejorar mis hábitos. Pero descubrí un nuevo libro que conectaba perfectamente con estos dos y que llevó mi mentalidad al siguiente nivel: El Efecto Compuesto de Darren Hardy.

Este libro refuerza una idea clave: la vida de cada uno es el resultado de nuestras elecciones, donde cada decisión desencadena un comportamiento que, con el tiempo, se convierte en una costumbre. En este post, quiero compartir con vos los principios más importantes de este libro, cómo los estoy aplicando en mi vida y en mi emprendimiento de crochet, y además compararlo con Hábitos Atómicos de James Clear, ya que ambos libros pueden parecer similares, pero tienen enfoques distintos.

La magia de los pequeños hábitos repetidos en el tiempo

La premisa central del Efecto Compuesto es que cada elección que tomamos y hacemos, por insignificante que parezca, se acumula con el tiempo. Es como una bolita de nieve que rueda cuesta abajo: al principio es chiquita, pero a medida que sigue rodando, crece de forma exponencial.

Hardy explica que muchas veces no vemos resultados inmediatos y eso nos frustra, pero si mantenemos la constancia, esos pequeños esfuerzos empiezan a generar cambios reales. En mi caso, esto lo veo reflejado en la persistencia con la que publico contenido en Pinterest y escribo posts para el blog. No siempre veo resultados de inmediato, pero sé que cada post y cada interacción van sumando al crecimiento de mi emprendimiento.

Tomar el control de nuestras elecciones diarias

El libro nos invita a ser más conscientes de nuestras decisiones, por más pequeñas que sean. Un café con azúcar todos los días parece inofensivo, pero si sumamos esas calorías a lo largo del año, el impacto es enorme. Lo mismo sucede con cualquier hábito, ya sea bueno o malo.

En mi caso, decidí aplicar esto en mi planificación semanal. En lugar de dejar que los días me lleven a la deriva pensando qué hacer cada mañana, planifico los domingos por la tarde mis tareas más importantes. Esto me permite avanzar en mis proyectos de crochet sin sentir que el tiempo se me escapa.

La importancia del Momentum y la constancia

Hardy habla del “momentum“, esa fuerza que se genera cuando acumulamos acciones positivas de manera constante. Como en una rueda de bicicleta: al principio cuesta arrancar, pero una vez que tomás velocidad, es más fácil mantener el ritmo.

Cuando leí sobre este concepto por primera vez, me costó entender cómo identificarlo y cómo saber si lo estaba experimentando. No sabía cuándo llegaría ni cómo se sentiría. Pero con el tiempo, pude vivirlo en primera persona con un Pin de Pinterest. Durante semanas, subí contenido sin ver demasiado movimiento, hasta que, de repente, uno de mis pines comenzó a recibir mucha interacción y a llevar tráfico masivo a un post de mi blog. Fue ahí cuando entendí que el momentum no es un golpe de suerte, sino el resultado de la constancia y la acumulación de pequeñas acciones que, en determinado momento, generan un efecto multiplicador.

También lo vi reflejado en la creación de mis patrones. Cuando empecé con el alfabeto amigurumi, sentí que cada nueva letra era un gran esfuerzo, pero a medida que fui avanzando, el proceso se volvió más fluido. Hoy, gracias a esa constancia, tengo un producto sólido que puedo seguir expandiendo.

El momentum también aplica a los negocios, la productividad y cualquier otro aspecto de la vida. A veces, no vemos resultados inmediatos, pero si seguimos adelante con disciplina, llega un punto en el que todo empieza a moverse con mayor facilidad. Es ahí cuando el esfuerzo inicial rinde sus frutos y la inercia juega a nuestro favor.

El rol del entorno y la rendición de cuentas

Otro punto clave del libro es la importancia del entorno y de rodearnos de personas que nos impulsen. Hardy sugiere buscar aliados que nos ayuden a mantenernos en el camino, ya sea con un amigo, un profesional, un grupo de apoyo o simplemente con alguien que nos haga responsables de nuestras metas.

En mi caso, compartir mis objetivos con mis amigas, mi familia y mis alumnas me ayudó a que estuviera enfocada. Saber que hay personas esperando mis nuevos patrones o posts me motiva a seguir adelante. Pero más allá de la motivación externa, descubrí que el compromiso con otros también me hacía sentir más responsable. No quería fallarles ni decepcionarlos, lo que me impulsó a cumplir con lo que me había propuesto.

Un ejemplo claro de esto fue cuando les anuncié que iba crear y diseñar mi Alfabeto Amigurumi. En ese momento, todavía tenía muchas dudas y temores sobre si realmente lo terminaría porque lo veía como un Gran Proyecto. Pero el simple hecho de haberlo dicho en voz alta hizo que me sintiera obligada a avanzar. Cada mensaje de alguien preguntando “¿Cómo vas con eso?”, “¿Qué letra te toca hacer hoy?” o “¡Estoy esperando la inicial de mi nombre!” me recordaba que tenía que seguir enfocada en mi deseo.

Además, estar rodeada de personas con mentalidad de crecimiento y evolucionando a la par mía hizo una gran diferencia. Ver sus avances y estrategias me inspiró a aplicar el mismo enfoque y nutrir mi día a día. No siempre es fácil mantenerse motivada, pero cuando tu entorno te empuja hacia adelante, se vuelve mucho más fácil no rendirse.

Comparación entre los libros El Efecto Compuesto y Hábitos Atómicos

A simple vista, El Efecto Compuesto y Hábitos Atómicos pueden parecer libros muy similares, ya que ambos se enfocan en el poder de los pequeños hábitos y en cómo estos impactan nuestra vida. Sin embargo, sus enfoques son distintos:

Filosofía principal: Hábitos Atómicos se centra en la formación y diseño de hábitos efectivos, mientras que El Efecto Compuesto enfatiza la disciplina y la constancia en el tiempo.
Implementación: James Clear ofrece un enfoque práctico basado en cuatro leyes para construir hábitos (hacerlos obvios, atractivos, fáciles y satisfactorios). Hardy, en cambio, pone el foco en la importancia de la repetición y en cómo cada decisión, por pequeña que sea, suma a largo plazo.
Mentalidad: Hábitos Atómicos trabaja mucho en el concepto de identidad y en cómo convertirnos en la persona que queremos ser a través de hábitos diarios. El Efecto Compuesto se enfoca en la acumulación del esfuerzo y en cómo pequeñas mejoras constantes generan un cambio radical con el tiempo.
Motivación vs. Disciplina: Mientras que Hábitos Atómicos busca eliminar fricción para que los hábitos sean más fáciles de mantener, El Efecto Compuesto subraya la importancia de la autodisciplina y la responsabilidad personal.

Ambos libros son herramientas poderosas y se complementan perfectamente. Si querés mejorar tu sistema de hábitos y hacerlo más eficiente, Hábitos Atómicos es una excelente guía. Si, en cambio, necesitás reforzar tu mentalidad de constancia y entender cómo los pequeños esfuerzos diarios generan grandes resultados con el tiempo, El Efecto Compuesto te va a dar la perspectiva que necesitás.

Conclusión: Pequeños pasos, grandes cambios

Lo que más me gustó de El Efecto Compuesto es que reafirma algo que ya venía aplicando: no hay atajos para el éxito, solo pequeños pasos constantes para lograr grandes transformaciones. Este libro me ayudó a ser más consciente de mis elecciones y a confiar en el poder de la repetición diaria.

Si estás en un punto en el que sentís que no avanzás lo suficiente, te invito a probar este enfoque. Te aseguro que las pequeñas mejoras constantes pueden llevarte más lejos de lo que imaginás.